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Carta de despedida de un hijo a su madre con Alzheimer conmueve en las redes sociales

  • Por Meganoticias

Una enfermedad que es muchas veces invalidante, que aisla, y que no sólo afecta al enfermo, sino que también a todo su entorno. Así es el Alzheimer, mal que va deteriorando las celulas nerviosas y deteriora zonas del cerebro. Acaba generando pérdida de memoria y otras capacidades mentales.

Una dificil realidad que viene aparejada con el paso de los año, por lo que generalmente deriva en responsabilidades de los hijos para con sus padres afectados por la enfermedad. Esto es lo que tuvo que enfrentar el periodista español Miguel Ángel Antoñanzas, cuando su madre comenzó a presentar síntomas de Alzheimer.

El tiempo pasó y la progenitora del profesional falleció. Fue entonces cuando Antoñanzas decidió despedirla con una carta abierta a través de su cuenta de Facebook. Apenas su texto fue publicado comenzó a tener espontáneas réplicas de sus amigos y conocidos, quienes valoraron sus palabras. Hasta volverse en un contenido viral de las redes sociales.

Revisa a continuación la emotiva carta completa. La sentida despedida de un hijo a su madre:

 

Hola madre,

Parece que has decidido levantarte de ese banco de un brinco, has tirado el bastón y te has ido.

Sin más, sin despedidas, sin drama, sin dolor.

No tengo remordimientos de haberte querido...

Antes de que esa maldita goma de borrar de nombre alemán comenzara a limpiar tu memoria, pude decirte muchas veces que te quería y mucho, y tú te reías.

"Qué zalamero eres", me decías...

Luego ya comenzaste a adentrarte en ese laberinto mudo y ciego de la mente, y fue más difícil que me respondieras. Pero yo, por si acaso, te lo seguía diciendo y te plantaba unos enormes besos en la mejilla, de los que te quejabas con gusto mientras me apartabas la cara con tus manos.

Te los daba, los besos, mientras paseábamos en Cantolagua, ese camino al lado del río.

En esos paseos, hablábamos de cosas de la familia, del pueblo, recordabas bien el pasado remoto, las caras de las viejas vecinas que te saludaban, pero olvidabas lo que habíamos comido ese día.

No te gustaba llegar al final del camino, cuando el asfalto se terminaba y continuaba la gravilla, preferías dar la vuelta de regreso a casa.

Hoy me cuentan que has dejado ese asfalto, que no has regresado, que te has marchado, sin bastón, sin memoria, sin despedidas.

Pero quiero que sepas que la memoria, junto con el bastón, nos la hemos quedado en casa, acariciándola, jugando con ella, pasándola unos a otros.

Es cierto que a veces se nos cae una lágrima, otras una sonrisa grande, pero sigue corriendo entre nosotros.

Las despedidas... no hacían falta... Tú siempre estarás en este banco, no habrá quizás besos en la mejilla, ni comentarios del pueblo, pero sé que estarás allí... para siempre y que te seguiré diciendo que te quiero, hasta que yo también me levante del banco.