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Discreto y alejado del protagonismo: Perfil de Tito Rivera, sacerdote acusado de violación en la Catedral

  • Por Meganoticias

Tras la sanción canónica que se le impuso durante el año 2018 que lo mantiene alejado del ministerio sacerdotal durante 14 años, el cura Tito Rivera, acusado de violación y abusos sexuales al interior de la Catedral de Santiago, vive en la casa de su madre, ubicada en la comuna de El Bosque, mientras espera los resultados de la investigación que la Fiscalía de Rancagua lleva en su contra.

Lo anterior, en virtud de la demanda por un total de $350 millones interpuesta por Daniel Rojas en contra propio Rivera y el Arzobispado de Santiago, este último representado por Ricardo Ezzati. Acción judicial en la que detalla el presunto episodio de violación que tuvo lugar al interior del centro religioso más importante del país. 

Conocidos del religioso, que recién podría volver a oficiar una misa a los 81 años -tiene 67- lo definen como un hombre discreto, alejado del protagonismo y con una notoria voluntad de ayuda y disponibilidad hacia su colegas.

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CÍRCULO DE HOMBRES LAICOS

"No tenía la relevancia que tienen otros sacerdotes, que son conocidos por sus prédicas o sus contactos sociales. Tito no es ninguno de esos", explica uno de sus colegas, según consigna La Tercera.

En este sentido, agrega que "no era de los que estaban en las parroquias más bullantes, sino que se quedaba en la catedral, donde la gente pasa y no observa mucho qué sacerdote está celebrando. No era de esos que tenían protagonismo social o eclesiástico".

Paralelamente, otro de sus colegas agrega que Rivera no tenía amigos o círculo íntimo al interior del clero. No obstante, siempre estaba acompañado de un grupo de hombres de cerca de 30 años.

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"El círculo de él yo veía que eran estos adultos jóvenes que circulaban. A mí personalmente no me agradaba, no me resultaba cómodo. Personalmente una vez se lo dije. Feliz de que tú vengas a ayudar, pero que vengas solo", explica.

Una particularidad de este círculo íntimo de Rivera, señalan, es que no eran parte de la religión, si no laicos. Pese a esto, vestían de un modo particular, asemejandose a los sacerdotes

"Aquí los laicos son laicos y vienen con chaqueta y corbata, con camisa, o con polera, pero no con ornamentos medios clericales", relata al matutino un religioso que compartió con Rivera.