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Jorge Baradit: A Gabriela Mistral "le dolía Chile, le dolía lo que Chile sentía por ella"

  • Por Meganoticias

Por María Ignacia Pentz 

Una estrofa de la canción "El baile de los que sobran" de Los Prisioneros adelanta lo que sigue en las próximas 192 páginas —"… A otros enseñaron secretos que a ti no / a otros dieron de verdad / esa cosa llamada educación / Ellos pedían esfuerzo / ellos pedían dedicación / ¿Y para qué? Para terminar bailando / y pateando piedras"—: un puñado de historias en las que sus protagonistas son personajes postergados, marginados. Olvidados.

Jorge Baradit, autor de libros de ficción como Synco, Lluscuma y La guerra interior y también de los best sellers de no ficción que han vendido más de 200 mil ejemplares, Historia secreta de Chile 1 y 2, acaba de presentar la última parte de esta trilogía para la que, dice, el concepto siempre estuvo claro: hablar, a través de momentos de nuestra historia, de los grupos que no aparecen en la enseñanza pedagógica de la historia.

"Sigue existiendo la necesidad de utilizar "rostros" para hablar de aquello por un asunto de formación general de las personas, pero la idea era hablar de grupos sociales invisibilizados, los que somos desaparecidos de nuestra propia historia (…) Un país se construye con un abanico de protagonistas mucho más amplio: obreros, artistas, inmigrantes, profesores, ciudadanos comunes, dirigentes sociales, etc", dice el escritor superventas.

Por Historia secreta de Chile 3 pasan, entre otros, esclavos africanos que pelearon en la Independencia de Chile; obreros que padecieron la masacre en la oficina salitrera de La Coruña, en la Pampa, en junio de 1925 bajo el gobierno de Arturo Alessandri Palma, el mismo que llamaba al pueblo "Mi querida chusma", y, también, una serie de mujeres: Carmen Marín, "la endemoniada de Santiago", una joven de 18 años que fue objeto del primer exorcismo en Chile y, al tiempo, víctima de la batalla entre la superstición y la ciencia; María Angata Veritahi, una vidente que lideró una revolución en Isla de Pascua; y Gabriela Mistral, de quien Baradit desclasifica planos de su vida que la versión oficial ha ocultado. La portada del libro bosqueja lo que leeremos: una Mistral subversiva, con tatuajes y piercings.

—¿Fue una decisión política poner a una mujer en la portada del libro y que gran parte de las historias tuvieran a mujeres como protagonistas?
—Siempre estuvo pensado así. Relevar grupos invisibilizados debe como primer punto hacerse cargo del grupo de olvidados más grande de todos: el 50% de nuestra población, las mujeres.

—¿Por qué elegir a Gabriela Mistral?
—Gabriela Mistral es un caso maravilloso, porque tiene en sí muchos factores de invisibilización, requisitos para ser excluida: rasgos indígenas, pobre, lesbiana, campesina; y por encima de todo mujer, además inteligente. Sin embargo, atravesó todos esos obstáculos y se convirtió en una gigante latinoamericana, a pesar de la sociedad chilena.

"Seguramente te la enseñaron de la misma manera que a mí —escribe Baradit en esta tercera entrega—: como una viejecita que escribía rondas infantiles, una figura vaga, una pobre señora que al parecer no tuvo hijos y que por eso inventaba cantitos para niños como un fantasma anodino que sólo hablaba de lo que le corresponde a una mujer: de madres, hijos y alumnos, porque parece que esa anciana inofensiva, productora de rimas colegiales, era profesora".

—En el libro anotas que es "impresionante el desconocimiento que tenemos de esta mujer fabulosa y apasionada". ¿Quién fue Gabriela Mistral?
—Gabriela Mistral es una complejidad abismante, maravillosa, contradictoria; sumamente católica pero interesada en el hinduismo, seguidora durante un tiempo de un gurú indio; contraria al comunismo pero también de la "tarántula militar" como se refería a los gobiernos autoritarios fascistas. Amiga y admiradora del más sensato de todos: Pedro Aguirre Cerda. Esa amistad marcó un momento cumbre en la historia de la política chilena. Ella fue una intelectual que abordó los temas más amplios, desde la reforma agraria, la educación, la situación de los obreros, el feminismo, la cuestión indígena, el cuidado de nuestra naturaleza, entre muchos otros, con una claridad que sigue vigente.

Si Mistral viviera, a pesar de la imagen que el país forjó y legó de ella, "seguiría adelante con sus pensamientos y su visión", asegura Baradit. "Era un rompehielos que avanzaba intelectualmente —continúa—, aunque con gran desgaste emocional. En sus cartas se siente esa dicotomía, dura por fuera, extraordinariamente sensible por dentro. Le dolía Chile, le dolía lo que Chile sentía por ella".

MUJER Y POBRE
—Para Carmen Marín, "la endemoniada de Santiago", ¿qué jugó más en contra, la disputa entre superstición y ciencia o el hecho de ser mujer en el siglo XIX?
—Suma una tercera: era pobre. Solo con esas dos características, pobre y mujer, se podría haber dado el espectáculo triste que se hizo con ella. Se la exhibió como animal de feria en un enfrentamiento de hombres arrogantes. No era extraño en la época, de esos mismos años son los circos de freaks, las exhibiciones galvánicas, las operaciones con público, las visitas turísticas a manicomios y los zoológicos humanos. Pero su condición agraviada sin duda hizo más fácil el episodio. La mujer era poco menos que un niño en esos años, sin derechos y expuesta a toda decisión masculina como un animalito indefenso.

¿HISTORIA SECRETA DE CHILE 4?
—Historia secreta de Chile siempre estuvo pensada como una trilogía, pero si hicieras una cuarta parte, ¿qué historias querrías tratar?
—Sin duda la pacificación de la Araucanía. Cómo pasamos de admirar a los mapuche al punto de incorporarlos en nuestro primer escudo, usar su estrella de la mañana en nuestra bandera, a demonizarlos como salvajes, borrachos y violadores para entrar a sus tierras a sangre y fuego en un gesto que tiene consecuencias hasta el día de hoy.